A veces simplemente hay que cerrar los ojos, hundir la cara y aspirar profundamente por la nariz.
Olor a libro viejo: un olor arrugado, naranja, a corteza de árbol y a tiempo
Olor a libro nuevo: un olor liso, casi blanco, químico y con promesas.
Olor a mate: madera mojada, calor e incitación a los diálogos y los soliloquios.
Olor a perro: única amistad, los cachorros huelen a orina endulzada, los adultos a tierra y simpleza.
Olor a lluvia: es el olor del mundo levantándose, la tierra, los yuyos y los sapos se elevan hasta la altura de los ojos.
Olor a limón: hay que clavar la uña en la piel y acercarlo a la nariz. Huele a postre y sonrisa infantil.
Olor a choclo: me retrotrae a la infancia, cuando el maizal crecía en el patio.
Olor a mujer: Por lo general requiere trato previo antes del contacto nariz-piel. No hay mejor lugar donde hundir la cara, para escapar del mundo y para encontrar el mundo. Es donde se pierde la razón para entrar de lleno en la emoción. Huele a pétalos, es el olor del arte.
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