Repetir tu nombre frente al espejo no te hace aparecer. No estás y no estarás. Pero la resignación nunca fue fácil para mí. Enfrente mío estoy yo, al comienzo y al final del día. Y tu nombre suena, no sé si lo digo o lo pienso. Y andarás por ahí quizás también frente a vos misma en el espejo, pero seguramente sin repetir mi nombre.
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