Llanto
Mi llanto se parece a la nausea. Un temblor en el estómago y en el pecho. Tiemblo, me encojo. Abro la boca en una arcada, intentando que el corazón que tengo atorado se salga de una vez, para poder verlo desparramado, vomitado y ajeno. Los ojos me quedan ardiendo, pero sin rastro de una lágrima. Así es mi llanto, siempre al borde, nunca más allá.
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